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Microtransiciones

(http://respectfullyconnected.com/2016/07/micro-transitions. Introducción y traducción de Pilar Ramírez Tello)

Introducción

A los padres de niños con autismo siempre se nos explica que nuestros hijos son pensadores visuales. Que, además, sienten ansiedad si no saben con antelación lo que va a pasar. Casi todos los terapeutas y expertos recomiendan utilizar pictogramas y ayudas visuales para explicarles a los enanos qué les espera: primero vas a ir al cole, después a merendar, después a dar un paseo...

Sin embargo, como todos sabemos, cada persona es un mundo y no hay dos niños iguales, estén o no en el espectro. ¿Qué sucede si el niño no reacciona bien ante los pictogramas o si, en vez de mitigar su ansiedad, esta aumenta al anticiparle los acontecimientos? ¿Es que nuestro hijo es el autista más raro de la historia? No, es solo que, como digo, cada persona es un mundo, y es imposible que una misma terapia o ayuda funcione con todos. Por eso he querido traducir las palabras de Leia Solo, para que entendamos que en la variedad está el gusto, que no se llama «espectro» por accidente y que hay que echarle imaginación al asunto y no restringirse a lo que se supone que deben ser las personas autistas. Espero que os guste.

Microtransiciones

Como a muchas personas autistas, a mi hijo le cuestan las transiciones. Subir al coche, salir del coche, entrar en la bañera, salir de la bañera... La lista es larga.

Cuando recibió su diagnóstico, que nos ayudaran a «gestionar las transiciones» era uno de los primeros puntos de nuestra lista. Al fin y al cabo, a lo largo del día se suceden multitud de transiciones, y si todas y cada una de ellas son difíciles, está claro que te espera un día complicado. Y otro. Y otro.

Dimos la bienvenida a nuestra casa a una encantadora terapeuta ocupacional que nos ofreció consejos y recursos para facilitarle las transiciones a mi hijo. Si habéis hecho lo mismo, seguro que os habrán explicado que a las personas autistas les gustan las rutinas, así que proporcionarles unas pistas visuales en las que se ilustre lo que va a suceder a continuación es una forma estupenda de ayudarles a gestionar las transiciones. Encargamos un precioso planificador visual hecho a mano, lo colgamos en la pared y en él depositamos todas nuestras esperanzas.

Mi hijo lo arrancó de la pared y lo escondió. No era raro que reaccionara así ante algo nuevo, así que le dimos un tiempo y lo colgamos otra vez. Y otra vez. No sé bien dónde acabaría por esconderlo, pero lo hizo tan bien que no lo volvimos a encontrar. Mensaje recibido.

A mi hijo sí que le gusta la rutina, aunque prefiere establecerla él mismo y se huele cualquier intento de organizarle el día de una forma que no sea la que él quiere. Resulta que, además, no le gusta saber con antelación lo que va a suceder, así que advertirle con tiempo de las transiciones que van a tener lugar al final solo sirve para que le resulten aún más difíciles. Cuando nos mudamos, no quiso ni ver la casa nueva antes del traslado, ni siquiera le gustaba que le habláramos mucho de ella. No le gusta saber que nos vamos a ir de viaje o al parque dentro de poco, ni que su amigo viene a jugar dentro de media hora.

¿Cómo se «gestionan las transiciones» con un niño al que no le gusta que le anticipen nada, a pesar de que le cuesta mucho pasar de una actividad a otra?

Me gustaría presentaros el concepto de las «microtransiciones». Es el término que se me ha ocurrido para describir la práctica que mi marido y yo hemos desarrollado a través de la técnica del ensayo y error (¡mucho error!). Una microtransición es cuando le ofreces al niño una herramienta con la que ocupar cuerpo o mente mientras se produce la transición. Esta herramienta puede ser una frase, una pregunta, un comentario o un objeto en el que concentrarse. El objetivo es llenar ese micromomento en el que está sucediendo la transición con algo en lo que centrarse mientras lo ayudas a recorrerla.

Por ejemplo, a nuestro hijo le resulta difícil salir de la casa y subir al coche cuando vamos a alguna parte. En el pasado, quizá le hubiéramos avisado antes de que íbamos a un sitio a determinada hora y que después se lo hubiéramos recordado varias veces hasta la hora de marcharnos. Eso le habría producido ansiedad y generado resistencia, y en muchas ocasiones no lográbamos ni subir al coche. Ahora prestamos poca atención al objetivo principal de la transición (subir al coche) y nos concentramos en las microtransiciones que conducen hasta la transición mayor. Así es como funciona.

Podemos empezar por coger sus zapatos y, mientras lo ayudamos a ponérselos, le hablamos del programa que estaba viendo hace un momento. Mientras cogemos su gorro podemos buscar también otro objeto que le guste y sugerirle que se lo lleve. Cuando lo llevamos al servicio antes de salir, podemos hablar en detalle sobre ese objeto. Seguimos así durante todo el camino hasta que está sano y salvo en el coche, y ya hemos arrancado. Después repetimos el proceso al salir del coche.

Otras microtransiciones se producen cuando va del baño a la cama, de jugar fuera a jugar dentro, de terminar un juego a buscar otro. En todas estas ocasiones, le ofrecemos algo en lo que concentrarse mientras su cuerpo hace la transición.

El objetivo no consiste exactamente en distraerlo de la transición. Él es muy consciente de lo que sucede: de que se está poniendo los zapatos, de que está saliendo de la bañera, de que ha terminado de jugar en la calle. La idea es ofrecerle a su mente activa algo que hacer mientras ocurre la transición. Sin eso, su cerebro se concentrará en la transición, y él se pondrá más nervioso y ansioso, y a menudo se resistirá a hacerla. Con algo en lo que centrarse, podemos ayudarlo a que termine la transición sin tantas dificultades.

Los planificadores visuales son de gran ayuda para muchos niños. Los temporizadores que marcan la duración de una actividad pueden resultar beneficiosos para otros. Sin embargo, si vuestro hijo se enfada o siente más ansiedad con este tipo de herramientas, probad con una microtransición. ¡Es gratis!

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